La experiencia que aquí se presenta hace parte del Proyecto Virtual Renovación de la Didáctica en el Campo del Lenguaje para los Primeros Grados de la Escolaridad, desarrollado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, CERLALC. Se trata de un proceso de formación, sistematización e investigación en el aula, desarrollado durante un año, cuyo propósito central es la transformación de las prácticas de enseñanza del lenguaje. Cohorte 2010, financiada por el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, en la que participaron 120 docentes en ejercicio, de los primeros grados de escolaridad.

4. Problemática

4. Problemática

La escuela como formadora de sujetos participes de la vida social, y con la responsabilidad de construir sociedad, está obligada a crear espacios para desarrollar todo los procesos del lenguaje como son la escritura, la lectura, la escucha y el habla A este último proceso no se le da la importancia que merece, confundiéndolo con el hecho de hablar por hablar, desconociendo el gran aporte que la oralidad hace a la formación del ciudadano. Es por eso que nos llama la atención una situación muy particular que sucede en el aula 2º-5, sede B, de la institución educativa ambientalista Cartagena de Indias, y puede estar pasando en muchas otras aulas, en la cual no se observan espacios donde los niños  puedan construir una voz activa como “la vía de ingreso a la vida social y sus determinaciones” (Pérez, M. 2008), ya que, es por medio de la oralidad que los niños, desde los primeros años de escolaridad, van construyendo las herramientas discursivas de participación contextualizada y ciudadana comenzando así a “marchar hacia la conquista de una voz” (Pérez, M. 2008). En muchas ocasiones los docentes no diseñan, ni generan, situaciones didácticas que posibiliten el ejercicio eficaz de la oralidad. No recurrir en el aula a procesos de discusión grupal impide también que se den espacios para que se practiquen, afiancen  y concreten las normas de interacción comunicativa, lo cual incide en que los estudiantes no se apropien de una serie de conceptos y principio claves para el ejercicio de la oralidad, tales como: respeto, reconocimiento, identidad, ciudadanía, pedir el turno, apreciar el discurso del compañero, expresar las opiniones con orden, entender el aula como espacio para el diálogo, etcétera.

A algunos docentes les parece complicado organizar mesas redondas o debates con sus estudiantes de primeros grados de escolaridad, pues, según su punto de vista ellos no se encuentran preparados. Esta limitación de apreciación es lo que hace posible que las equivocadas prácticas de oralidad se perpetúen y, además, impiden la disposición hacia nuevas propuestas didácticas que vayan en consonancia con una oralidad eficaz y respetuosa. Porque “si entendemos el aula como un espacio comunicativo, conviene propiciar situaciones en la que los alumnos tengan que verbalizar el conocimiento, discutir, preguntar, intercambiar, analizar un mismo fenómeno desde perspectivas diferentes, etc. Así pues, se trata de crear un clima de clase propicio a la participación, dedicando tiempo a hacer que los alumnos piensen y hablen sobre los conocimientos y a ayudarles a dar el paso de la expresión espontánea e intuitiva a una forma de pensar y de hablar progresivamente reflexiva y elaborada” (Santasusana, M. Villa i y otros. 2005. p:37). El docente debe estar presto a esta nueva concepción del ejercicio de la oralidad en el aula: una oralidad respetuosa, la cual apunta al desarrollo del lenguaje oral formal. Si los estudiantes son los futuros ciudadanos, estos deben poseer los elementos para el ejercicio de una oralidad respetuosa que se concrete en los distintos discursos sociales. Un ciudadano crítico, propositivo, transformador y democrático es impensable con limitaciones de una oralidad formal, pues, se verá imposibilitado de interpretar y mucho menos producir argumentos, por ejemplo.

Por último, la escuela, como institución académica, debe ofrecer la posibilidad  que el estudiante haga una práctica de la oralidad formal, porque, “una de las finalidades de la enseñanza es conseguir que los alumnos sean capaces de comprender ideas complejas y de expresarlas de una forma estructurada, compacta y precisa. De aquí se deriva la necesidad de enseñar a los alumnos a comunicarse en situaciones progresivamente más formales y a producir discursos elaborados y especializados, discursos que se alejan- y a la vez la complementan- de la oralidad directa y espontánea, propias de las situaciones cotidianas” (Santasusana, M. Villa i y otros. 2005. p:11). La búsqueda de una formalidad de la oralidad va a exigir que la enseñanza de la misma profundice reglas comunicativas.

Del otro lado de la ciudad de Cartagena hay una escuela de carácter oficial en la que se ha observado una problemática similar a la antes descrita. Así en la institución educativa Madre Laura, sede principal, de la ciudad de Cartagena (ubicada en el barrio Piedra De Bolívar, la cual está conformada por niños de transición a 5º) se observa poca participación oral en los niños de 1º grado debido a que en el contexto escolar la palabra se orienta a disminuir la bulla y la algarabía, para mejorar la disciplina. El uso de la oralidad en el hogar responde a necesidades del niño como pedir algo, dar alguna explicación sobre algún acontecimiento, narrar anécdotas, películas, cuentos infantiles de manera espontánea o, muchas veces se reduce a hablar cuando se tiene la respuesta correcta o algo útil que decir. Es decir, las actividades del lenguaje se reducen a la rotulación de la realidad y a la corrección idiomática, en el marco de rutinas de repetición y por tanto, como diría Amparo Tussón(1994), “resulta, pues, imprescindible recurrir a otros enfoque que nos proporcionen los elementos teóricos y metodológicos necesarios y apropiados para enmarcar la formación lingüística de nuestros estudiantes, en general y el desarrollo de su competencia discursiva oral, en particular” (p:2)

Partiendo de lo anterior, se puede decir que la escuela en su recorrido histórico se ha preocupado más por la lectura y la escritura, olvidando que para formar al ciudadano se deben desarrollar los cuatro procesos del lenguaje, empezando por aprender a hablar y a  escuchar y seguido a esto aprender a leer y a escribir, es por eso que “existe la premisa, generalizada por la tradición, que sostiene que en la escuela se debe aprender a leer y a escribir, sin mencionar el hablar y mucho menos el escuchar. Dicha premisa no tiene en cuenta que el dominio eficiente de la oralidad debe desarrollarse y perfeccionarse mediante un trabajo continuo, riguroso y sistemático como el que realiza la escuela” (Torrent, M.)

La poca práctica en la escuela de la oralidad conlleva a que los niños no trabajen con facilidad los elementos formales del lenguaje oral, no tengan tema de que hablar, además de la timidez que no les permite expresar sus opiniones, defenderlas y hacer preguntas.

Como necesitamos sujetos que sean capaces de plantear de modo claro y seguro sus puntos de vistas, se trabajará el debate como un espacio que permita la participación, la escucha y la construcción una voz activa para la participación en la vida social. 

A partir de lo anterior el grupo investigador se planteó la siguiente pregunta problema:
¿Cómo formar sujetos con una voz activa  en el grado  1º de la institución Educativa Ambientalista Cartagena De Indias desde la argumentación oral en el marco de un debate?

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